El 1 de marzo, hemos empezado el proyecto actual de sensibilización y fomento de la apicultura natural como agente cooperante en modelos de restauración ecológica: ARTE PARA EL CAMBIO, en el marco del Proyecto europeo ¡No hay un PLANeta B! llevado en España por el Fondo Andaluz de Municipios para la Solidaridad internacional (FAMSI) y financiado por la Unión europea a través del Programa DEAR.
La abeja melífera es un precioso ejemplo para entender cómo funciona la colaboración e interdependencia en los ecosistemas: una relación íntima y profunda, en la que ningún miembro de la colonia podría sobrevivir sin el resto, como tampoco podría sobrevivir sin el polen, el néctar, la resina de los árboles ni sin sus años de historia evolutiva. La abeja melífera es también un buen ejemplo para, a través de un recorrido histórico sobre su domesticación, ver cómo la explotación de recursos naturales puede estar llevando a las sociedades a un desequilibrio con su medio de tal magnitud que es necesario tomar medidas urgentes y prácticas, asumibles y cercanas, que pongan atención a la interdependencia entre especies y agentes climáticos.
Como punto fundamental en nuestra trayectoria como comunidad de aprendizaje, planteamos un programa de acciones que hace posible una relación sensible con el ecosistema, en el que entremos a formar parte de él. Trabajamos en la recuperación de modos de vida locales en el área de la Janda, planteando la posibilidad de crear sistemas de relación co-evolutivos con el medio.
Una de las actividades desarrollada en ese programa, es la creación de un Jardín melifero en el entorno de los Molinos de Agua de Santa Lucía, en los alrededores de los apiarios comunes de Apijanda. Hemos recibido plantones de arbustres y arboles meliferos a traves de un programa de sensilización destinado a la recuperación del paisaje mediterraneo andaluz de la Junta de Andalucia, Un árbol, un paisaje de futuro. Con las manos en la tierra y el deseo de trabajar juntos, un grupo de habitantes de la zona se unieron para despejar el crecimiento invasivo de la ipomea y empezar a plantar.
Sabemos que parte de la problemática de las colonias aquí, es la disminución de la diversidad del flores meliferos sin pesticidas en el paisaje local. Es nuestro deseo, con esta campaña de plantación en curso, que podamos proporcionar abundancia de floración continua durante todo el año, en esta zona que alberga veranos largos y secos. El sábado comenzamos a notar cómo estas acciones también sirven para unirnos como comunidad y nos aportan igualmente una maravillosa nutrición para el alma.